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domingo, 25 de enero de 2015

Agobiados...

Esta semana en la consulta de psicología, tuve que enfrentar dos casos en los que los niños tienen la razón...
Siempre queremos ayudarlos a superar sus limitaciones y para ello con frecuencia los llenamos de otras actividades de "refuerzo" que en vez de beneficiar sus procesos, los agobian hasta poder decir "estoy cansado" y este es el punto que hoy quiero nuevamente tocar.

El niño cumple con un horario académico, bien pensado y distribuido de manera tal, que pueda aprender un poquito de cada asignatura, además de tener ratos de ocio y esparcimiento y cultivar las artes y el deporte. Para su rato de estar en casa, se le asigna una tarea que contribuya a fijar lo visto en clases.

Ahora bien, hay niños que presentan dificultades en ciertas áreas, y estas dificultades pueden explicarse por su desarrollo y maduración neurológica, mas inclinada a las actividades verbales o ejecutivas, por ello es que se muestran mas hábiles para unas que para otras. Es aquí donde como padres, terapistas y/o maestros, sentimos en compromiso de "reforzar" lo que le cuesta o  no ha aprendido y acudimos a diversas herramientas como la psicopedagogía, las tareas dirigidas, los profesores particulares en casa y las clases que algún familiar o amigo, diestro en el área pueda darles para que aprenda lo que le falta.

Mas no es mejor, como lo dije en una entrada anterior. Llenarlo de actividades puede empujarlos al cansancio y aburrimiento por lo que están haciendo y lejos de contribuir al aprendizaje, los frustra y abandonan mas rápidamente, todo esfuerzo por mejorar.

Como adultos debemos respetarlos y saber darles lo que realmente necesitan, no lo que yo creo que es necesario y dentro de lo necesario, lo realmente importante y fructífero. Para ello es importante hacer equipo papá, mamá, maestros y especialistas (en caso de que los haya) que puedan tomar la decisión mas acertada para el niño y que realmente contribuya el desarrollo armónico e integral de su ser.

Al niño debemos permitirle 
  • equivocarse, para que pueda aprender de sus errores
  • preguntar, para que despeje sus dudas
  • investigar, para que encuentre sus propias respuestas
  • fantasear, para que su creatividad le lleve a otras investigaciones y aprendizajes
  • dudar, para que pueda establecer un criterio propio
  • cuestionar, para que no sea un niño sumiso
  • elaborar, para que llegue a sus propias decisiones y conclusiones
  • decidir, para que gane seguridad
  • volver a empezar, para que sepa que siempre hay otra oportunidad
Así de la mano de sus adultos compañeros de la vida, todos estos permisos, harán de nuestros niños esa Tortuga Feliz, que nunca se esconde!



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