Madurez Escolar.... una propuesta de evaluación

Bienvenidos... compartimos una pasión, la educación infantil y su desarrollo



domingo, 28 de octubre de 2012

El Instrumento...



En psicología, al medir se están evaluando las características o propiedades de los sujetos, reportados en indicadores operacionalizados, que especifican las actividades necesarias para estimar el constructo, así la práctica psicológica clínica infantil y escolar, evita cimentarse  en la subjetividad de la medición, ni en la validez aparente de un test, cuando su aplicación demuestra que mide algo enteramente distinto,  comprobado en las diferentes situaciones donde ha de aplicarse.
 
De aquí que es necesario ordenar el uso de las pruebas y a los sujetos por rangos, edad y género, utilizando escalas dicotómicas o intervalares, pretendiendo comparar diferencias, propias, o medir el mismo rasgo entre ellos, así, el nivel de exactitud que se requiere para medir las variables psicológicas, varía notablemente, de una situación a otra.
Por ello es preciso, elaborar las herramientas de evaluación, con criterios psicométricos sólidos, que garanticen la sistematicidad y autenticidad del diagnóstico y/o de la investigación, considerando la teoría  del constructo a medir, cómo se va a medir y la población a la que estará dirigido, siendo éstos los detalles que certifican su aplicabilidad.
De esta manera, una prueba, debe estar apoyada en la claridad de instrucciones para su aplicación, calificación e interpretación. El instrumento a utilizar, debe medir el constructo que se desea y las medidas, deben ser tales que, al volver a medir el rasgo, bajo condiciones similares, se obtengan los mismos resultados, de esta forma se tiene la información que se necesita y los resultados pueden ser aprovechados, por quien lo aplica. Esta inquietud ha motivado el desarrollo de una instrumentación adecuada, para evaluar cuantitativamente las diferencias y semejanzas entre los individuos.
 

domingo, 21 de octubre de 2012

Además...


Continuando con el tema de la SALUD en MADUREZ, y considerando que el niño, no es el único responsable de su proceso educativo, es importante referir, que el docente, debe conocer muy bien cada uno de sus alumnos, sus capacidades, actitudes y limitaciones, sobre todo cuando una enfermedad poco frecuente, se hace acompañante del niño durante su vida, y que puede estar influyendo en su aprendizaje.

Es igualmente importante, la formación continua y permanente, que lo haga capaz de educar y no solamente instruir, que le permita la detección temprana de las dificultades de los niños, así como la adaptación curricular, que le permitirá la puesta en práctica de las soluciones, incluyendo a todos los agentes partícipes del proceso escolar.

Específicamente:

1.     Conocer los fundamentos básicos de la tarea educativa.

2.     Priorizar los procesos de enseñanza-aprendizaje, y así adaptar las competencias académicas (lecto-escritura y cálculo) a las necesidades de cada niño.

3.     Comprender y aplicar diferentes metodologías de enseñanza, que le permitan el acercamiento a cada niño, atendiendo su estilo y canal de aprendizaje.

4.     Emplear diferentes recursos, incluyendo los tecnológicos, que actualmente, se encuentran al alcance de la mano.

5.      Evitar la repetición memorística como única forma de evaluación y ajustar a la realidad y necesidad del niño.

6.     Incentivar un clima escolar, donde todos los alumnos tengan igual participación en la resolución de conflictos y normas disciplinares.

7.     Vigorizar su DISPOSICIÓN, manteniendo vigente el pensamiento, de que la educación necesita profesionales con vocación, para efectuar la tarea.

Atender las competencias, desde las potencialidades de cada niño, les posibilitará insertarse en el mundo social y laboral, centrado todos los esfuerzos, de familia – escuela y alumnado, hasta alcanzar esta meta.

 

 

domingo, 14 de octubre de 2012

Experiencias que marcan...



Hablando de salud infantil en Madurez Escolar, afirmo que el desconocimiento de ciertas enfermedades, su pronóstico y curso, hacen mas o menos difícil el rendimiento académico del niño y por ende su éxito, puesto que se les exige  responder satisfactoriamente, a unas competencias, que se verán limitadas por su enfermedad y si no se flexibiliza el currículum educativo, propio del grado, se puede estar empujando al niño a la frustración y en el peor de los casos, a la deserción escolar.
 
Una de estas enfermedades, padecida por uno de mis pacienticos, (7 años, para entonces) es la conocida como Síndrome de Tourette, caracterizado por movimientos repetitivos, estereotipados y tics vocálicos involuntarios, cuya prevalencia es de 5-15 por 10.000, mas frecuente en varones, en una proporción de 4-1.
Su diagnóstico ocurrió luego del tránsito penoso e infructífero, de varios médicos, entre pediatras y neuro-pediatras, psicólogos, psicopedagogos y sus maestros, haciendo de este caminar, un verdadero desafío de resiliencia para los padres y de tolerancia para el niño, al pasar de un profesional a otro, hasta llegar con quién identificó y dio nombre a su padecer.
Con él en mi consulta aprendí que es una enfermedad crónica, más no degenerativa, los síntomas pueden atenuarse con la edad, sus expectativas de vida son normales y que no afecta la inteligencia. En los niños, se pueden presentar problemas de aprendizaje, que deben diferenciarse de su dificultad para escribir o para leer con fluidez. Igualmente, aunque puede haber déficit de atención, es de mucho cuidado considerar la hiperactividad y no confundirla con sus tics motores, no se puede olvidar que son involuntarios; también pueden desarrollar obsesiones – compulsiones que interfieren notablemente en su interacción social, recuerdo con tristeza que me decía “los amiguitos me tienen miedo… creen que les voy a golpear…”, desarrollando así, depresión, ataques de pánico y fluctuaciones de su estado anímico…
La intervención la estructuré en función de ayudarle, a adaptarse al medio y a manejar las dificultades socio-emocionales, capacitándolo para concientizar su problema y modificar el comportamiento, sin dejarse dominar por los tabúes sociales y el desconocimiento de quienes le rodean. Para los papás, educar en el compromiso, que el tratamiento, farmacológico y psicoeducativo, depende más ellos que del niño. A la escuela corresponde, atender sus capacidades desde sus potencialidades, aunque estén limitadas por una enfermedad “rara”.

domingo, 7 de octubre de 2012

Madurez y Salud...


Hablar de MADUREZ, es considerar todos los aspectos inherentes a ella, que en conjunto, describen la integridad del niño. La SALUD, es uno de estos aspectos importantes (Condemarín, 1978), ya que un niño sano, responde exitosamente a las exigencias escolares, propias de cada momento de la jornada, sea académica, lúdica, cultural o deportiva y para el niño enfermo, responder a estas exigencias, no siempre es fácil, todo depende del tipo de enfermedad y del tipo de actividad, que la escuela proponga.

Por ello es importante, identificar y diferencias signos y síntomas de estas enfermedades, a fin de atenderlas a tiempo, y en caso de ameritar, una intervención profesional prolongada, estar en la certeza de realizar lo adecuado y mas pertinente en beneficio de la salud del niño y su rendimiento académico, y de allí lo fundamental de conocer si esta enfermedad es viral, crónica, degenerativa u orgánica.

Una enfermedad viral, puede ser atendida desde casa, requiere reposo corto y cuidados personales, apoyados en medicamentos, indicados por un pediatra y cuyo cumplimiento, en caso de los niños, dependen mas de sus cuidadores que del niño enfermo.

La enfermedad crónica, es una condición que acompaña toda la vida de la persona, posiblemente diagnosticadas desde niños, o en muchos casos, los signos y síntomas que la describen, se manifiestan a temprana edad, pero son diagnosticadas muy tarde, luego de un extenso peregrinar, como es el caso de las enfermedades ”raras” o poco frecuentes.

Una enfermedad degenerativa, es aquella cuyo sintomatología, pronóstico y calidad de vida empeora con el paso de los años, mientras que una enfermedad orgánica, compromete aún mas el funcionamiento físico o sensorial del niño, y futuro adulto, llegando incluso a constituirse en una discapacidad, que lo limita, en un área específica o en varias.

Así, una salud deficiente, supone niveles mínimos de energía que pueden ser la base de las dificultades escolares y para los niños, su salud, es prioridad social, puesto que ellos representan el futuro.