Tener la oportunidad de compartir la experiencia profesional, producto del estudio y la investigación, un poco traducida en conocimientos, es la mayor riqueza, que como docente, puedo tener. Hoy estuve con un grupo de 15 jóvenes psicólogos, para hablarles de la evaluación, sus técnicas y procedimientos, jóvenes que se mostraron, ávidos de formación, de querer ser mejores profesionales y que ampliaron mis exposiciones, con comentarios oportunos, vivenciados, en su nóbel práctica profesional, dejándome la grata satisfacción del deber cumplido; de algunos, antes fuí su profesora, mientras su formación universitaria.

De igual forma, el mejor instrumento, es aquel que puede dar respuesta a mi hipótesis de evaluación y que posea las propiedades psicométricas suficientes, para saber que mido lo que pretendo (validez) y las puntuaciones son consistentes y estables (confiabilidad). Posteriormente, puedo entender el comportamiento del niño, según el baremo de interpretación, resultado de las normas establecidas y que sirve de guía para la elaboración del plan de intervención.
Aprendí, que compartir lo aprendido, es una forma de acercarnos, de nutrirnos y de ser los profesionales promotores de desarrollo, comprometidos con la MADUREZ de un niño, que abre sus ojos a la vida, y para ello debemos decidir las mejores herramientas...
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