Continuando con el tema del TDA-H, considero importante abordar los fundamentos clínicos neurobiológicos que lo sustentan, con investigaciones recientes que ofrece mayor apoyo a estas posiciones. Sin embargo, puesto que es un trastorno heterogéneo, hay que considerar que puede igualmente estar influido por diversos factores ambientales y la familia.
Parafraseo la explicación que Schroeder y Gordon (2002) realizan de los Factores Biológicos que explican el TDA-H:
En un principio se pensó que el daño cerebral era la causa principal del TDA-H, mas investigaciones demostraron que sólo el 5% de los casos evidencias daño neurológico.
Esta investigación demuestra las diferencias entre los niños con y sin TDA-H en los lóbulos frontales, el núcleo caudado en los ganglios basales, el cuerpo calloso y vías relacionadas entre estas dos estructuras. Hay evidencia, por ejemplo, que el volado sanguíneo cerebral medido por tomografía de emisión de positrones se reduce en las regiones prefrontales en el cerebro y en las diversas vías que conectan estas regiones con el sistema límbico, incluyendo el núcleo caudado en los niños con TDA-H. Es importante destacar que las investigaciones han demostrado que estos resultados se invierten cuando se administra medicación estimulante. Aunque este trabajo es prometedor, la investigación futura en necesaria para determinar qué alteraciones anatómicas tienen secuelas funcionales y cómo éstos se relacionan con los síntomas del TDA-H específicos.
Los estudios neuroquímicos se han centrado en la catecolamina, dopamina y la norepinefrina, como los neurotransmisores que afectan la conducta concluyendo cierto consenso de que la catecolamina es central para el TDA-H, y que este disfunción está relacionada con más de un sistema neurotransmisor. Ahora, aún no se ha determinado cómo estos problemas se expresan funcionalmente en términos de subtipificación, comorbilidad, así como la especificidad del neurotransmisor.
Así, respondiendo a la pregunta ¿Existe o no el TDA-H?, mi respuesta es sí, investigaciones biológicas lo demuestran, además mi experiencia clínica y la observación de los niños cuyas respuestas verbales, conductuales y emocionales, se muestran impulsivas, y en muchos de los casos, hiper-reactivas, me permiten concluir que es una condición real y no sólo un invento. En futuras entregas continuaré abordando otros factores genéticos y psicosociales, que desde la ciencia lo explican...
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