Tal día como hoy, nos dedicamos a hacer mas felices a los niños que tenemos cerca, les damos regalos y preparamos actividades de manera que lo disfruten y se sientan queridos y consentidos. Este comportamiento es el que debemos tener todos los días frente a estos chiquitos que nos alegran la vida y nos enseñan a ser sinceros, transparentes y persistentes.
A ver! no me mal interpreten... no me refiero a que todos los días les hagamos una fiesta o les demos un regalo, estoy hablando de las atenciones que cada niño merece, y dentro de esas atenciones está el respeto y la obediencia, las normas y estructuras, como el camino mas certero para amarlos y llenarlos de confianza.
Hay que estar claros que amar, es diferente a complacer... un niño que constantemente se complace, se está educando como un niño merecedor de todo lo que exige, sin el menor esfuerzo. Esto repercute en un niño que posteriormente de adulto, poca proactividad mostrará para desempeñarse.
Amar tampoco es sobreproteger... al niño hay que dejarle experimentar sus propias vivencias y aprender de sus errores y equivocaciones, pueden ser muy duras las experiencias, pero así es como aprenderá y se hará responsable de sus propias acciones y hechos.
Yo creo que Amar a un niño es:
- Prestarle atención cuando está haciendo lo que nos gusta y está demostrando un comportamiento adecuado. Debemos decírselo y felicitarlo en este momento.
- Buscarlo para conversar y contarnos nuestras anécdotas, sólo de esta manera, cultivamos la confianza entre ambos.
- Escucharlo, cuando ríe y cuando llora.
- Jugar con él y dedicarle ese tiempo de calidad que fortalece las relaciones entre padres e hijos.
- Tomarlo de la mano y dejarle sentir la protección que le brindamos y que el niño valora.
- Criticarlo menos y halagarlo mas, recuerde que criticamos la conducta no el niño y aceptamos sus diferencias.
- Flexibilizar en las órdenes y normas cuando sea necesario y admitir si nos hemos equivocado.
- Agradecerle que esté a nuestro lado y que haga nuestra vida de colores.
- Mirarlo a los ojos, para animarlo cuando las vivencias sean menos agradables.
- Compartir su entusiasmo en sus intereses y actividades. Pídale su opinión en las decisiones familiares que pueda participar.
- Ser consistente y disciplinarlo en el momento adecuado, no en público ni para ridiculizarlo.
- Estar a su disposición y contestar sus preguntas, claras, con palabras que el niño entienda y e el momento que las haga.
Los niños son niños... hay que dejarlos, ser, actuar y madurar con nuestra compañía, respeto y apoyo... ellos serán los "nosotros" del mañana...
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