
El niño que es capaz de comunicar sus ideas y escuchar las de sus amigos, al momento de un juego, de estar en clases o de conversar, tiene el aprendizaje garantizado, ya que el poder establecer esta relación, hace que se amplíe su universo, muy reducido , por lo egocéntrico de su pensamiento, propio del momento evolutivo de los primeros años.
Quienes han hablado del aprendizaje (Vygotsky, 1978; Lave y Wenger, 1991, Bruner, 1996 y Cole, 1996) demuestran que se inicia en el contexto de interacción entre las personas y que las restricciones, en estas disposiciones para interactuar con otros, limita a los niños, a la inmersión en nuevas estrategias de aprendizaje y actitudes positivas a su alrededor y desempeño educativo.
En mi consulta psicopedagógica, incluyo la terapia grupal, aun cuando el aprendizaje es particular y por iniciativa del niño, porque la experiencia me ha enseñado que prospera en contextos de relaciones recíprocas y receptivas con otros, sin embargo, se requieren destrezas y habilidades para hacerlo, de la misma manera se debe considerar la atención conjunta, la participación y el tomar en cuenta las opiniones y necesidades del otro. Para mí es importante, enseñarle a manejar el estímulo distractor y no eliminarlo.
Expresar sus ideas, incertidumbres, preguntar, asumir roles durante el juego en equipo y tomar en cuenta los propósitos y perspectivas de los otros, son vías de consolidación a la MADUREZ que el niño requiere, para enfrentar con éxito las tareas sociales, convencionales y particulares, que le son exigidas en su desempeño escolar.
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